lunes

LOVE PHONE

Cada día la llamaba. Era como un vicio, una obsesión, un amor telefónico. Bell y Cupido se ensamblan y su jáculo ensarta corazones.

Deseaba conocerla pero ella, impasible, seguía sin contestarle; y él se limitaba a escucharla. Justo al despertarse marcaba su teléfono y ella... ella siempre estaba allí, como esperándole y le repetía, momento a momento, lo de siempre. Su voz inmutable y, sin embargo, tan sensual a la vez no perdía el ritmo cadencioso que tanto excitaba a José. Mientras, la factura del teléfono se disparaba cada vez más, pero eso a él no le importaba.

Recuerdo el día en que me dio el número. No le importaba compartir su amor. Todo nervioso llegué a mi casa y marqué aquello que no me había costado memorizar. Tras la espera de unos segundos, al fin pude escuchar la voz que había enamorado a mi amigo. Transcurridos unos minutos, separé mi oreja del teléfono. No lo podía creer ¡Yo también había caído presa de sus encantos!. Sin colgar el teléfono, probé hacerlo sonar a través del altavoz del contestador. Y su voz se tornó aún más sexy, mientras repetía:

8 horas 35 minutos y 25 segundos, 8 horas 35 minutos y 30 segundos, 8 horas 35 minutos y 35 segundos...

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