domingo

RODALIES / CERCANIAS

Resulta que entre el año 2000 y el 2005 visité con cierta regularidad la Ciudad Condal por motivos que ahora no vienen al caso.

En esos viajes disfrutaba del viaje en el TALGO (parece que pronto tendremos AVE hasta Barcelona) y mi punto de destino era siempre la estación de SANTS. Cuando salía del tren, por toda la estación resonaba el soniquete "Rodalies Renfe..."

Me resultaba simpático que el archiconocido cercanías de mis entretelas (4 trenes diarios se chupa el que suscribe) allí se le llamara Rodalies; cosa que le daba incluso cierto prestigio... Un primo mío me explicaba que es habitual traducir los servicios (allí Tráfico es Transit, por ejemplo).

Ahora resulta que los trenes funcionan mal con lo que, desde aquí, mi total solidaridad con los afectados barceloneses; acostumbrado uno como está a los continuos retrasos del cercanías madrileño y a sus huelgas encubiertas, sabotajes y todo lo demás.

Sin embargo, lo que mas me ha llamado la atención es cómo ahora, que funciona mal, ha vuelto a su castellana denominación: Cercanías. Uno, que es malpensado, infiere que mientras iba bien la cosa se llamaba "a la catalana" y ahora que no funcionan...

miércoles

BLADE RUNNER

Roy: Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo.

[Deckard cae, pero Roy logra sujetarlo en el último momento. Le levanta en vilo y le deja sobre la azotea ]

Roy: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

[Roy muere. La paloma sale volando hacia el cielo]

Deckard (voice-over): No se por que me salvó la vida. Quizas en esos ultimos momentos amaba la vida más de lo que la había amado nunca; no solo su vida: la vida de todos, mi vida. Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos: de donde vengo, adonde voy, cuanto tiempo me queda... Todo lo que yo podia hacer era sentarme allí y verle morir.

martes

IDEOLOGÍAS

En estos tiempos de tribulaciones, es preciso recordarle algunas cosas a los pobres hartos de pan.

Las condiciones sociales y económicas en que se vive están en la base de todas las ideologías. La banderita que se pone cada cual en la solapa, las marcas que vestimos o el lugar en que veraneamos no son producto de la casualidad, no vienen de la nada.

Cuando alguien dice que ya no hay derecha o izquierda, sé que enfrente de mi hay alguien de derechas. Es cierto que hay hombres de izquierda que se creen superiores a sus mujeres y hombres de derecha que no van a misa; pero, aún hoy, la derecha es el sexismo, el patrioterismo, la propiedad y el orden inmutable. La izquierda, debemos creer, que todavía es el feminismo, el internacionalismo, el culto a la razón, la protección a los desfavorecidos.

La derecha dice que cuanto menos estado, mejor; pero nosotros olvidamos que los estados suponen la mejor garantía de nuestros derechos; son los únicos que pueden corregir los excesos del mercado y los que pueden implantar políticas de ayuda social. El mercado permite el máximo aprovechamiento de los recursos económicos, pero en cambio se desentiende por completo de los que están fuera del mercado.

La Administración (sea estatal, autonómica o local) debe mantener su presencia en sectores como la sanidad o el transporte, en los cuales la libre competencia no puede o no está interesada en cubrir la demanda de todos los ciudadanos. Además, el estado tiene que garantizar igualdad de servicio a todos los ciudadanos en los servicios básicos como la energía, cuyas actividades deben ser reguladas por el gobierno. Un ejemplo: ¿la privatización de Telefónica ha implicado un peor servicio en las zonas rurales?. La cabina de teléfono del pueblo tiene la respuesta.

Hay que leer más, joder!

Ah! Y perdonad por la charla el día de Navidad.

sábado

LA MASCARA

Estamos en Navidad y todos somos más buenos.

Por la mañana, tras despertarnos, lo primero que hacemos de manera automática es comenzar a ponernos nuestro personaje. Apenas abrimos un ojo hay un instante terrible y asombroso en que sólo somos nosotros mismos. Flotamos entre dos mundos, uno que llega y otro que se despide. Después, la memoria nos sirve paulatinamente el regusto conocido de la identidad. Volvemos a reconocernos a medida que recuperamos nuestra historia personal.

La vida es, por tanto, un proceso que se autorecuerda, y nuestro personaje es el resultado de esa historia que nos contamos al alba, tras despertar.

La mirada de los demás suele indicar si llevamos la máscara bien puesta y respondemos a la imagen que hemos creado con su ayuda.

Escribe Borges en su libro "Ficciones": “otra escuela declara (…) que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres”.

jueves

CASABLANCA


Buenos días, me llamo Sam y soy pianista. Empecé a tocar el piano a los 5 años. Tocaba en tugurios de mala muerte en Nueva Orleans. Allí me conoció el señorito Rick, un hombre de pasado algo oscuro. En cierta ocasión el prefecto de policía de Casablanca le dijo:

- Rick, Me pregunto por qué no regresa a América. ¿Robó los fondos de una iglesia o se escapó con la esposa de un senador? Quisiera pensar que mató a un hombre, siempre he sido un romántico.
A lo que respondió el señorito:
- Una combinación de las tres cosas.

En el año 39 pasamos por París. Allí el señorito Rick conoció a Elsa, una muchachita guapísima con la que tuvo un intenso romance, hasta que llegaron los nazis y tuvimos que irnos de Francia, pero cuando nos disponíamos a partir, la señorita Elsa no apareció. Al pobre señorito Rick se le partió el corazón y nunca mas volvió a amar a una mujer. Se mostraba duro con ellas, como con aquella joven con la que salió un tiempo. Ella le preguntaba:

- ¿Dónde estuviste anoche?
- ¿Anoche?, no tengo la menor idea.
- ¿Qué harás esta noche?
- No hago planes por anticipado.

También se mostraba cortante con sus amigos. Por ejemplo con Ugarte, el que un día le habló con franqueza:

- Rick, sé que me desprecias.
- Ugarte, si llegara alguna vez a pensar en ti, lo haría.


Sólo era amable conmigo y con el prefecto. Algunos decían incluso que si no habría algo mas entre ellos, pero no son mas que habladurías.
El local del Señorito Rick era el mas frecuentado de Casablanca, gracias en parte a mí (modestia aparte). Sólo le hacía sombra el Loro Azul, regentado por un tal Ferrari, que curiosamente viene a tomarse copas a nuestro garito.
En una ocasión, le robaron a unos correos alemanes unos salvoconductos para salir de Casablanca (cosa que era bastante difícil, pues del aeropuerto salían menos aviones que de Barajas con huelga de controladores). Esos salvoconductos llegaron a manos del señorito Rick, pero no los soltaba ni a tiros. Los nazis sospechaban de él, incluso el Mayor Strasser le llegó a interrogar en una ocasión:

- Señor Rick ¿Cuál es su nacionalidad?
- Soy borracho.
- ¿Ve usted a los alemanes en su querida Nueva York?
A lo que respondió:
- Hay ciertos barrios donde no les recomendaría entrar.

Ese mismo día, y sin avisar, se presentó Elsa con un hombre, Viktor Lazlo, un valiente luchador de la resistencia, aunque algo ñoño. La señorita Elsa me reconoció al instante y me pidió que le tocara una canción que el Señorito Rick me había prohibido tocar. Pero la muy embaucadora me convenció con sus ojos golosones y, claro, cuando llegó el señorito me echó una bronca de padre y muy señor mío. Pero yo, con un discreto gesto le señalé a Elsa y Rick hizo un gesto de emoción que sólo duró un instante.

Así estamos ahora, que si se queda, que si se va, en fín, ya sabemos como son las mujeres. Dicen que han hecho una película con esta historia donde cuentan porqué la señorita Elsa no se vino con nosotros en París y donde relatan lo que pasará entre ellos; incluso el dueño de este blog dice que es la mejor película del Siglo XX, pero, si es diciembre del 41 en Casablanca, ¿Qué hora es ahora en Nueva York?

miércoles

VIAJEROS AL TREN

Paso a diario por la estación de Chamartín. En el ir y venir diario al trabajo, veo a los viajeros de largo recorrido cómo esperan en el hall la llamada a su destino.


Me sorprende lo bien vestidos que van todos esos viajeros - turistas extranjeros y mochileros aparte-. Pienso en que no han reparado en lo incómodo del viaje, lo pesado de llevar faldas en un camarote atestado de personas, o lo engorroso de cargar con el abrigo ese que no queremos que se nos arrugue.


Y es que, creo, que los viajes en tren aún guardan algo del romanticismo de cine en blanco y negro para quien los hace. Tal vez, esas personas vestidas de domingo no lo han hecho adrede, tal vez viajar en tren es como ir al médico - duchados y bien vestidos, que parezcamos saludables- o de visita.


Pero prefiero pensar que cuando viajamos en tren nuestro subconsciente empieza a maquinar deseos: un viaje es un nuevo destino, tal vez una nueva vida. En el tren (o la estación) podemos encontrar a nuestro príncipe azul. Los arquetipos cinematográficos así lo dicen.


La probabilidad es cierta, creemos. Tal vez una muchacha de ojos celestes nos pregunte por qué andén sale el tren hacia París y nosotros, gozosos y perfumados de Givenchi más allá de lo que marca el decoro, descubrimos -y así se lo hacemos saber con la mejor de nuestras sonrisas- que estamos juntos en el mismo compartimento.


Esto vale para ellas y también para ellos; sino, ¿a qué tanto rimmel y corbatas? Consultado el caso, me dicen: ¿Y si sólo quieren causar buena impresión a quien les espera en el destino?


Yo, que siempre he sido un romántico, prefiero lo de la joven.

martes

AL MODO DE TAGORE

En los ojos, el pensamiento se abre y se cierra, brilla o se apaga en las tinieblas, pende serena como la luna, o como el súbito y nervioso relámpago relumbra en todos los rincones del cielo. Las ráfagas de una tormenta distante han levantado sus tiendas de nubes en el cielo-, la luz palidece, el aire esta impregnado de lágrimas, como sendas umbrosas del bosque. El día esta oscuro por la lluvia. Los relámpagos enojados rasgan los velos de las nubes. El viento hace que el bosque parezca un león enjaulado sacudiéndose con ira la melena.