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EL SUICIDIO DE UN ESTUDIANTE

Escrito en 1997 y recordado hace pocas fechas por un suceso parecido:

Hace unos meses murió un estudiante. Un estudiante anónimo que decidió quitarse la vida poniéndose delante de un tren en la estación de ciudad universitaria. Para muchos de los que estábamos en ese momento en el andén fue el primer encuentro directo con la muerte. Esa figura que algunos pintan con guadaña y que constantemente merodea sin darnos cuenta, ese día y en aquel momento tenía una cita, nunca sabremos con cuanta antelación.

La muerte es enigmática y terrible; implica negación, final, oscuridad, ausencia y límite; violencia y a la vez paz; tránsito y a la vez descanso.

Quizá nuestro problema con la muerte radique en el significado que le hemos dado, lleno de tabúes y supersticiones. Estamos rodeados de fantasmas, zombies, ánimas y mensajes del mas allá que enriquecen a los de mas acá. Probablemente cuando los hombres se inventaron a Dios, la muerte estaba presente en el parto.

La muerte es lo mas seguro en la vida y por eso tendemos a una negación del tema y quizá de ahí provenga el difícil manejo de las pérdidas en general. Hay personas que a los 30 años jamás han visto a una persona muerta o nunca han asistido a una ceremonia de entierro. La muerte hay que mirarla cara a cara, decía Lorca. Aún no hemos aprendido a convivir con ella.

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