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EL ESFUERZO EN EL TRABAJO

El ejemplo de mi padre, trabajador incansable, es el que llevamos como enseña mis hermanos y yo. Compartimos su filosofía y, cuando viene una mala racha, nos comprendemos y apoyamos, pues sabemos lo pasado de moda que está el espíritu del esfuerzo y el compromiso en el trabajo.

Nuestro padre trabajó como un condenado hasta el día de su muerte, seguro de que su tesón haría consolidar económicamente a una familia pobre. Estaba convencido que el esfuerzo en el trabajo traía recompensa. ¿Qué panorama tenemos hoy? Salarios por debajo de la capacidad y la responsabilidad, temor al despido, estrés. Parece que la cosa está clara: Aquellos beneficios de trabajar duro que en tiempos de mi padre existían parece que han desaparecido. Ante esta situación, lo más adecuado sería poner "el piloto automático": hacer lo que te manden, pensar lo menos posible y procurar pasar desapercibido.

El trabajo ya no lo es todo en la vida, afortunadamente. Sin embargo fácilmente se confunde el disfrutar del ocio y la familia con el considerar el trabajo como un mal del cual no podemos sacar ningún provecho salvo el económico. Nos convertimos en trabajadores cabreados.

Personalmente creo que la culpa de esta situación no es del trabajador, sino de la propia empresa que, con tal de que el trabajo salga adelante, no le importa que el grueso de los empleados estén desmotivados y enfadados, mientras se estén calladitos y no protesten, o se acaben marchando por voluntad propia.

Ahora, más que nunca, el esfuerzo y el afán de superación deberían ser los aspectos más valorados en un trabajador.

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